Según mi experiencia y lo aprendido, considero fundamental la planificación de las actividades a ofertar.
Por un lado, es fundamental la organización de días y horas en los que se va a llevar a cabo la actividad ya que para las personas, conocer día, hora y lugar donde va a realizar determinada sesión con determinadas personas y profesionales les da seguridad, les ayuda a estimular funciones cognitivas superiores como la orientación temporal y espacial, etc.
Por otro lado, planificar te permite prepara los materiales necesarios y te obliga a conocer a cada persona, algo fundamental. No solo es importante saber las capacidades cognitivas conservadas de cada una (o el estadío en el que se encuentra según la escala que se use) si no CONOCER a la persona para poder ofertar actividades que realmente le sean significativas así como conocer si el grupo planteado es o no adecuado (a parte del estadío, si son compatibles, comparten intereses, se consideran “equipo”, etc.).
Por ello, planificar te ayuda a conocer las limitaciones que tienes como profesional y saber dónde tienes que poner el foco de tu atención (conocer las capacidades conservadas, conocer el nivel de frustración de la persona, conocer a la persona más, conocer cómo funciona el grupo, etc.)
Por último, diferenciar la improvisación de la flexibilidad. Una cosa es adaptarnos como profesionales con rol de acompañamiento, observación y guía a el momento que cada persona vive durante la actividad (en base a lo planificado, ofertado, aceptado, etc.) y otra improvisar o no preparar.