Desde mi punto de vista pienso que el trato digno debe ser una obligación independientemente de lo que nosotros pensemos que puede sentir o no la persona a la que estamos acompañando, la dignidad no depende del número de años ni del funcionamiento neurológico, es algo que el ser humano tiene desde el momento que nace, por lo tanto, de lo que se trata es del derecho de estas personas a ser tratado con respeto y sin métodos que puedan suponer un perjuicio de su integridad física y psicológica (sin sujecciones) aunque sabemos que no es fácil ante situaciones de agresividad provocadas por enfermedades neuronales o de fragilidad extrema que puede aumentar el miedo a que se produzca una caída fatal.
Actualmente, hay residencias y centros geriátricos que están empezando a tener el sello de «libres de sujeciones», lo que quiere decir que sí se pueden organizar las actuaciones de las personas de atención directa para que se sientan seguras en su trabajo, a la vez que los residentes no estén sujetos de manera continuada. Aunque está presente un grave problema con el que tienen que luchar estos tipos de centro, que son los recursos económicos y de personal, ya que en muchos de ellos la falta de este, es algo con lo que hay que lidiar cada día. A pesar de ello, según mi formación sobre este tema, me ha demostrado que en muchos casos no tiene que haber un aumento de personal, sino que hay que invertir en la reeducación del que se tiene, facilitándolo otras herramientas y estrategias nuevas, que les serán útiles en los nuevos cuidados y servicios que ofrecerán.