Cuanto más preparado y planificado tengamos un taller, mejor, puesto que el objetivo y fin que queríamos cumplir, se conseguirá. Pero también creo que en ocasiones, la improvisación no es mala y nos puede ayudar. Por ejemplo, yo puedo llegar con una actividad programada, pero resulta que ese día por algún motivo las personas, o alguna de las personas, no está(n) muy receptivas para lo que tenía programado; por lo que podría intentar sacar el material de otra actividad que tuviese trabajado antes para realizar con esa persona, o redirigirla hacia otra acción (en vez de Montessori, quizá usar actividades relacionadas con reminiscencia, creatividad…).
Tenemos que tener en cuenta que las personas no siempre se encuentran igual, y habrá días que no quieran hacer determinadas cosas,por lo que tendremos que tirar de imaginación, motivación y de todo… Pero sí es cierto, que el que los talleres estén programados, será lo ideal y nos ayudará muchísimo.