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Coincido con mis compañeras en que la metodología Montessori encaja a la perfección en un centro que se organice por el modelo de atención integral centrada en la persona, ya que ambos giran en torno a la persona, a la que se empodera y se hace protagonista de su proyecto de vida. Tanto en el MACP como en montessori, se le proporciona a la persona una atención integral de respeto hacia su historia, intereses, necesidades, preferencias, capacidades, relaciones familiares y sociales, con el fin de promover su autonomía y bienestar en un ambiente lo más hogareño posible.
Bajo mi opinión, a todas las actividades propuestas se les puede encontrar mucha utilidad, ya que estimulan diferentes áreas y gracias a las programaciones verticales y horizontales explicadas, se pueden adaptar de múltiples formas para adecuarlas al estado cognitivo de las personas, gustos, intereses, necesidades… Es por esto que no podría remarcar o elegir una única actividad, ya que todas me han parecido muy prácticas. Sin embargo, sí que destaco las actividades de vida práctica, ya que en mi centro como terapeuta ocupacional es hacia donde más oriento mis intervenciones.
Considero que es importante la planificación de talleres y actividades para cumplir con los objetivos que nos hemos planteado con la persona y para ceñirnos a sus capacidades, gustos e intereses. También nos facilita llevar el seguimiento de las estimulaciones cognitivas y de los materiales utilizados, de modo que podamos innovar y crear antes de la sesión. Aunque también considero que hay que ser flexibles en esta planificación y no ser estrictos, es decir, si ese día a la persona no le apetece la actividad planificada, consensuar y adaptarnos a sus preferencias ese día.
Considero que es importante la planificación de talleres y actividades para cumplir con los objetivos que nos hemos planteado con la persona y para ceñirnos a sus capacidades, gustos e intereses. También nos facilita llevar el seguimiento de las estimulaciones cognitivas y de los materiales utilizados, de modo que podamos innovar y crear antes de la sesión. Aunque también considero que hay que ser flexibles en esta planificación y no ser estrictos, es decir, si ese día a la persona no le apetece la actividad planificada, consensuar y adaptarnos a sus preferencias ese día.
Prácticas potenciadoras:
Celebración: consiste en alegrarnos, festejar, reconocer o premiar los logros de una persona por pequeño que sea. Por ejemplo: reconocerle a la persona cualquier avance que haya tenido en las terapias como conseguir sostener un cubierto y rememorar el punto de partida, alegrarnos junto a ellos cuando consigan ponerse de pie por sí mismos o caminar…
Empoderamiento: consiste en darle un rol o una responsabilidad a la persona y potenciar sus habilidad y aptitudes. Por ejemplo, darle a un usuario la tarea de ser quien cambie el calendario de la sala cada mañana o ser quien reparta los útiles como vasos o baberos en las mesas para cada comida.
Prácticas detractoras:
Ritmo inadecuado: pedirle que realicen las actividades como alimentación, vestido, baño… a una velocidad muy rápida. Esto es muy frecuente a la hora de ejecutar las ABVD en una residencia, constantemente escucho frases como “venga, vamos que tengo que bañar a 5 personas más”, “dame la ropa que te vista yo, que sino estamos aquí el día entero” … Normalmente los trabajadores se comportan así para cumplir con unos horarios establecidos, pero no somos conscientes de la frustración que causa en los usuarios.
Infantilización: consiste en hablar, tratar o ponerles actividades a las personas como si tuvieran menos edad o fueran niños pequeños, así como tratarles ejerciendo a modo de madres o padres. Por ejemplo, ponerles puzles de dibujos infantiles en las actividades de estimulación cognitiva o reñirles como lo harías con tu hijo.
Creo en los centros libres de sujeciones. Tengo la experiencia de haber trabajado en un centro en el que llevaban a cabo el programa desatar y fueron disminuyendo el número de sujeciones de forma óptima, y en cambio, actualmente trabajo en un centro en el que las sujeciones tanto físicas como químicas, son un recurso fácil para poner solución a ciertos problemas. He visto y vivido las dos caras de la moneda, y sin duda veo una diferencia abismal en una situación y en otra a nivel emocional, físico, funcional…
Basándome en lo que he leído y experimentado respecto a las sujeciones, considero que todo es posible con información, formación y actitud… Es cuestión de analizar el caso de cada usuario y abordar la situación con la implicación de todos los profesionales que trabajan en un mismo centro residencial. El principal hándicap es el desconocimiento de sus beneficios y la cultura de la que procedemos, junto a la carencia de una atención centrada en la persona. Observo en mi centro, que se buscan soluciones rápidas, se ponen parches a situaciones sin mirar el trasfondo o posibles soluciones más humanas, aunque impliquen más paciencia, tiempo y dinero. Como conclusión creo que necesitamos aprender a escuchar más, a empatizar más y a ponernos en la situación de la persona que tenemos en frente.
Bajo mi punto de vista, todos los principios son extrapolables al trabajo con mayores, si bien algunos como los periodos sensibles hay que adaptarlos a esta población. Su aplicabilidad puede resultar diferente, puesto que en este caso tratamos con personas con una larga trayectoria de vida, con experiencias, vivencias y sucesos que han interferido en su estilo de vida, personalidad, creencias, hábitos, capacidades cognitivas…, a diferencia de con los niños, que parten desde 0 para irse desarrollando como personas. Por ello, en los mayores cobra más importancia aún si cabe el principio de individualidad por los motivos descritos anteriormente.
